El
tarot es un ser completo que a través de imágenes simbólicas entra
en resonancia con nuestro propio ser . Este reflejo del ser como
cosmos, lo encontramos en los arcanos mayores y menores. El “viaje”
hacia uno mismo comienza con el Loco, lanzándose a la vida con poco
equipaje y con un perro detrás despojándole poco a poco de lo que
le impide su liberación . Este “viaje” a la liberación
atraviesa por la toma de conciencia. Entendida como ese “darse
cuenta” de nuestra sacralidad y de nuestra propia esencia personal.
Si estamos dispuestos a cambiar nuestras limitaciones y avanzar en
seres por sì y no en sì definidos, seguiremos nuestro camino hasta
la libertad, representada por la última carta: El Mundo.
Podemos
ver cómo si ponemos estas dos cartas juntas, El Loco que inicia el
viaje busca al mundo. El Loco y el Mundo, se buscan y se encuentran:
En
este viaje a nuestro ser le acompañan las circunstancias habituales
con las que nos encontramos día a día, aquellos elementos con los
cuales nos relacionamos: emociones (simbolizadas por las copas),
creatividad, impulso, actividad sexual, trabajo (simbolizado por los
bastos), nuestra corporalidad, dinero (simbolizado por los oros),
nuestras actividades intelectuales, estudios… (simbolizado por las
espadas). Estos “acompañantes de viaje” son los arcanos menores.
El viaje con los arcanos menores lo abordaré a todo timón
próximamente...
A
pesar de la riqueza simbólica del tarot, su uso se ha ido reduciendo
como oráculo. El ser humano en su ansiedad de lo impredecible busca
métodos para reducir toda incertidumbre. Convierte lo misterioso en
una herramienta adivinatoria, manipulando los símbolos a partículas,
momentos concretos, particularidades alejándolos del universo sutil
lleno de significado.
El
Tarot es un mito, en el sentido de que instruye sin palabras. Nos
transporta a otra realidad transcendente a través de unas imágenes
que representan distintos estados del ser. La palabra arcano, usada
para designar cada carta del tarot viene del latín arcanum que
quiere decir secreto. En este sentido podemos constatar la primera
aproximación simbólica del Tarot como puente hacia el secreto,
siendo el secreto aquel mundo subjetivo, trascendente (del más
allá). Así pues vemos reflejado aquí la primera idea del símbolo
como unión de dos realidades, una correspondiente al mundo objetivo,
tangible, que podemos captar a través de nuestros sentidos (podemos
ver las láminas) y otra realidad intangible, llena de contenido, de
significado, sagrada. El significado de cada arcano es multìvoco,
así cada arcano se convierte en lo que cada persona interpreta.
Aunque podemos recoger “significados estándares” de cada arcano,
si nos limitásemos a dichos significados no estaríamos ante un
lenguaje simbólico, sino de signos. Cada carta sería la
interpretación arbitraria que se le ha dado (loco=búsqueda, el
mago=principio, indecisión, papisa=introspección..ètc) El tarot
transciende a la suma de significados arbitrarios recogidos para cada
carta , el Tarot es un reflejo de nosotros mismos, lo que vemos en
cada carta es la realidad intangible que nos quiere comunicar.
Cada
arcano se comunica con otro a través de una relación de resonancia
(dos arcanos que aparentemente podrían ser independientes “dos
fenómenos aislados” se relacionan uno con otro. Hay algunos
ejemplos claros en los que podemos ver esta comunicación: La Papisa
en su templo señala con su dedo la línea número 17 de un libro que
podría ser el tora (libro hebreo de la vida), el libro es de color
carne, simbolizando la naturaleza humana. El arcano XVII, es La
Estrella que nos remite al encuentro del modo de actuar en el mundo.
Los “diablillos” del arcano XIIII (El diablo) son los
mismos que los niños que aparecen en el arcano XVIIII pero ya
liberados, libres ,la bolsa del Loco conlleva una escalerita de 9
escalones que nos remite al arcano VIIII El Ermitaño, que representa
la crisis entendida como paso a otro nivel evolutivo. Podemos ver
este aspecto si observamos el Tarot en 3 etapas. Desde El Mago
(arcano I) al arcano VIIII predominan personajes que se encuentran en
acción, las cartas son más concretas, predominan personajes
humanos. Desde el arcano X al XV predomina la parte baja de la carta,
remitiéndonos a todo el mundo instintivo, se mezclan animales con
humanos y desde el arcano XVI al XXI predomina el cielo, la parte alta de
la carta, donde las fuerzas naturales toman el protagonismo. Como
podemos observar el Tarot también conserva esa trinidad o triple
vértice entre cielo (representado desde el arcano XVI al XXI ),
tierra (desde el arcano X al XV y el “yo” representado desde el
arcano I al VIIII.
Cada
arcano a su vez recoge un secreto (tal y como nos remite su nombre) y
este secreto, es el mundo intangible, sagrado lleno de significación.
Si
por ejemplo tomamos como referencia la carta número XI La Fuerza,
vemos como su sombrero tiene 6 picos, el hocico del león tiene seis
puntos y sus pies seis dedos. Entonces tenemos el número 666, que
fue llamado como “número del diablo” si nos fijamos en la imagen
una mujer abre con mucha sutiliza la boca a un león, el número 6
considerado como infinito y amor nos lleva a pensar que con amor de
pensamiento (6 picos en su sombrero) y actuando con amor (6 dedos en
sus pies) podemos conseguir cualquier cosa (hasta abrir la boca a un
león). Todo el cosmos es amor, si sumamos de tres en tres todos los
números hasta el infinito todo se reduce al número 6: 1+2+3=6;
4+5+6=15 (1+5=6); 7+8+9=24 (2+4=6)
El
significado numerológico de las cartas también lo podemos ver en el
tarot:
El arcano VIIII corresponde al Ermitaño,
Lleva
una linterna, dando luz a los 9 arcanos que le anteceden, sin embargo
camina hacia atrás avanzando hacia el arcano X. Por lo tanto
conserva una actitud activa hacia el pasado y pasiva hacia el futuro
a la vez .El número 9 es el único número impar que es activo y
receptivo. Activo por ser impar y pasivo porque es el único que es
divisible.
El
tiempo del Tarot es progresivo de manera circular. Esta idea la
podemos comprobar cuando observamos la numerología de las cartas.
Podemos ver cómo los números de las cartas corresponden a la
numerología romana y siguen un avance progresivo, así cada carta
supone una reminiscencia de todas las anteriores, lleva en sí de
alguna manera a todas las anteriores. Por eso que la sucesión de
números nunca resta, por ejemplo las cartas número 19 y 9 se
expresan como (18 +1) ò como 8+1 y no como 20-1 `10-1 que
correspondería a la forma “correcta” según la nomenclatura
romana.
El
Tarot nos pone en contacto con la onda, de hecho cada arcano
corresponde a onda y no a una partícula. En el sentido de que cada
arcano no es particular ni aislado de los demás. Esto evidencia el
tiempo cualitativo impregnado en el Tarot.
La
relación entre los arcanos se ve de manera muy clara en El Sol y La
Luna:
Si
observamos estas dos cartas vemos como la una está contenida en la
otra. La Luna contiene al sol en sí misma, dejándose entrever a
través de ella. El Sol contiene a La Luna reflejándose en uno de
sus rayos de color plateado. Estos dos arcanos también nos hablan de
los ciclos de la vida (el yin y yang) de cómo en la oscuridad está
contenida la luz y cómo en la luz está contenida la oscuridad.
Esta
idea de complementariedad también está claramente visible en el arcano XVII:
La
Estrella arroja al rio de la vida la energía yin de la luna y
nutre la semilla que yace en la tierra con la energía yang del sol.
En
los arcanos del Sol y La Luna también podemos observar el tiempo
cualitativo que rige el Tarot. El tiempo del tarot es tiempo en
movimiento, circular, cíclico, modificando el espacio y el tiempo.
Podemos observar este hecho si observamos cómo las gotas de los
arcanos del Sol y La Luna desafían a la ley de la gravedad yendo de
abajo hacia arriba. La ley de la gravedad que pone en relación el
tiempo y el espacio no se aplica en el Tarot. Por lo que comprobamos
que la realidad del Tarot no es lineal como la de Euclides o
Aristóteles. La realidad del Tarot es curva. Esto explica el
fenómeno de la sincronicidad que rige el tarot. En este tiempo
curvo, circular los arcanos se encuentran constantemente, porque como
ya dije anteriormente cada uno contiene de alguna manera al otro.
Pasa a menudo que si se consulta el Tarot se repiten los mismos
arcanos de forma sucesiva. El consultante experimenta el encuentro
con el Tarot. Si algún arcano tiene un mensaje especial para èl ò
ella, tal vez no salga repetitivamente, pero tal vez aparezca otro
arcano que le contenga o en el que se repite algún símbolo que nos
quiere decir algo. Esto de nuevo ratifica el Tarot como onda y no
como partícula.


Pongamos
un ejemplo. El Mago y La Fuerza abren dos ciclos, si observamos El
Mago lleva el número I como principiante, tiene todos los
instrumentos sobre la mesa para actuar. La Fuerza corresponde al
número XI, observamos que su posición es detrás de La Rueda de la
Fortuna que corresponde a un cambio de ciclo. Como consecuencia,
tanto el Mago como la Fuerza nos representan comienzos, al diferencia
entre ambos es la naturaleza del comienzo. Para El Mago se trata de
un comienzo más de tipo intelectual (pose todo lo que necesita
encima de su mesa de la que solo vemos 3 patas, indicándonos
precisamente que la realidad va más allá de lo que podemos ver. La
Fuerza supone un comienzo más de tipo instintivo, un reencuentro con
nuestra propia fuerza, nuestra energía vital.
En
ambas cartas podemos encontrar símbolos repetitivos de estos dos
comienzos como el sombrero con forma infinita que una vez más nos
lleva a la suspensión cuantitativa del tiempo, ya que el infinito
solo es posible en el tiempo cualitativo y ambas cartas abren un
ciclo.
Con
estas conclusiones llegamos a un punto importante y es el uso del
Tarot como oráculo. ¿Es posible predecir con el Tarot? Creo que la
respuesta es más que evidente. El futuro corresponde a una visión
lineal del tiempo. Cuando hablamos de pasado, presente y futuro
estamos cuantificando el tiempo. Habíamos llegado a la conclusión a
través de distintas pruebas que el Tarot no maneja un tiempo
cuantitificado sino cualificable, en el que el tiempo y el espacio no
son medibles. Es por eso que el Tarot no nos contestará con
respuestas concretas a preguntas realizadas en términos
cuantificados. No podemos saber cuándo vamos a encontrar otro
trabajo o conocer a la mujer/hombre de nuestras vidas. Pero podemos
saber qué nos lleva a preguntar lo que preguntamos, si lo que
preguntamos está en sintonía con la onda (entendida como función)
de nuestras vidas.
En
consecuencia, podemos preveer, si nosotros somos capaces de entrar en
la onda del Tarot, entender sus sincronicidades y sentir que él
somos nosotros. No podremos preveer hechos o acontecimientos
concretos, pero si funciones atemporales (cambios importantes en la
vida de la persona por ejemplo..), porque estaremos nadando en su
onda y con ello en la sincronicidad.